23 feb 2011

OBSESIÓN

No se trata de ser una obsesionada mas, soy una obsesionada por la obcecación.

Sé bien que son sinónimos pero no me importa, tan grande es mi obsesión.
Ustedes dirán: -¿qué coño obsesiona tanto a esta mujer?
Si han leído mis comentarios anteriores (cosa que agradezco por la valentía) ya deberían haberse dado cuenta cual es el motivo de mi obsesión…
¿Si?
¡Muy bien! ¡Acertaron! :
La ADMINISTRACIÓN PÚBLICA y por carácter transitivo: El EMPLEADO Y/O FUNCIONARIO PÚBLICO.
Es tan grande el padecimiento por las horas dedicadas a transitar por los socavones que acogen en sus profundidades a esos seres oscuros y fracasados que son los empleados públicos, que la administración pública se ha convertido en mi obsesión.
Ya intenté hacer una semblanza de la AFIP, de la IGJ, del Congreso de la Nación. Fue solamente una aproximación ya que material hay y de sobra, pero es bueno incursionar en otros sitios, aunque en algún momento seguramente volveré a los nombrados.
Hoy los invito con una expedición a la OFICINA DE RUBRICA DE DOCUMENTACIÓN LABORAL DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE PROTECCIÓN AL TRABAJO.
Por falta de nombre no se puede quejar.
Eso sí, nuestra querida Administración Pública, no importa la jurisdicción, da lo mismo que sea nacional, provincial, municipal, “se gual” como decía Minguito, se caracteriza por tener denominaciones kilométricas, que lo dicen todo y no dicen nada. Imposibles de localizar en ningún buscador de Internet porque nunca se sabe por dónde empezar.
¿Cómo buscar: “Oficina de Rubrica de Documentación Laboral de la Dirección General de Protección al Trabajo?”...
Bueno, pero eso es para otro día, ahora vamos al trabajo práctico que se ejerce en esa “Oficina”. Si uno es un honesto empresario, pequeño o mediano, porque estoy segura que los grandes tendrán un “buen arreglo” para no sufrir estas penurias.
Repito, si uno es un honesto empresario que tiene personal en relación de dependencia (léase “en blanco”) como “La Ley” manda, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene la obligación de rubricar sus libros donde registra los sueldos pagados a sus empleados.
Hasta aquí, nada anormal ni abusivo. Al contrario, el Estado debe controlar que el empresario no haga trampas y que sus empleados estén debidamente registrados.
Pero, y aquí comienzan los peros, esa rubrica (que es una registración que hace el Estado para aquellos que no conocen el glosario) debe hacerse en un lugar especialmente creado y sostenido (por nuestros impuestos) para eso.
Allí, en un vetusto edificio de la calle Lima al 200, funciona la Oficina de Rubrica de Documentación Laboral de la Dirección General de Protección al Trabajo que depende del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
A estas alturas usted se preguntará: ¿Y esta de qué se queja?
No, no me quejo porque el edificio sea rancio, ni porque esté en la calle Lima al 200, ni porque dependa del Gobierno de la Ciudad.
Me quejo por lo que voy a contarle:
Para que lo atiendan hay que solicitar turno “por Internet” (si uno no tiene computadora: joderse).
Hay que entrar en una Web diseñada y mantenida por un “webmaster” que seguramente salió de las filas de Microsoft, hay que cargar un rosario de datos y “elegir el turno”.
Ahora bien, el Sitio o la Web o como carajo quiera llamar a ese engendro donde se aloja el mago Merlín que asignará el tan preciado turno, solamente entra en funcionamiento a las 00.00 horas, es decir a las doce de la noche o a las 24 o a media noche o como quiera decirle.
Claro, si el que se ocupa es el Mago Merlín, tiene que ser a la “hora de las brujas”.
Como digo, entra en funcionamiento a las cero horas y deja de funcionar a las 00.05 horas. Así que con toda maestría hay que ingresar al sitio alrededor de las 23.40, cargar los datos (absurdos en su mayoría) tratar que el sistema funcione y llegar al último paso y quedarse agazapado, con el dedo sobre el botón izquierdo del mouse, la mirada fija en la pantalla, conteniendo la respiración, rogando que no se corte la luz, esperando que el relojito marque las 00.00 horas y hacer “clic” y… ¡oh! ¡Milagro! La varita de Merlín hará aparecer el almanaque que muestra la disponibilidad de turnos… si es que usted ha sido favorecido por el azar (aunque estos juegos están prohibidos por la ley) ¿disponibilidad de turnos? Déjeme reír un poco. Aparecerá solo un día disponible y para dentro de 40 o 50 días en adelante.
Pero algo es algo, encima de todo hay que dar gracias al altísimo por haberlo logrado.
Si no sacó el turno: Joderse nuevamente y esperar en vela hasta mañana.
Mientras escribo esto, es 22 de febrero y son las 00.05 horas y el turno que pude lograr es para el 28 de abril próximo.
¿Se va entendiendo mi obsesión?
Otras veces pude encontrarme con Merlín, levantándome a las 03.00 de la mañana para encender la computadora con la almohada pegada a mi mejilla, los ojos semi cerrados, en camisón y descalza. Aunque no todas las veces tuve la misma suerte y me volví a la cama con el amargor del fracaso.
¿Quiere que le cuente como lo atienden? Porque esa es la segunda parte de la historia.
Después de la agonía, de las noches sin dormir para encontrar a Merlín, cuando el pobre honesto empresario, que solo quiere registrar a sus empleados, está en el socavón, comienza la Odisea de Homero dentro del Infierno del Dante. No es una mezcla imposible. Inténtelo y me va a dar la razón.
Cuando llega el lejano día del turno asignado (si es que uno sigue vivo) en el vetusto edificio de la calle Lima al 200, no hay nadie, no hay colas, no hay amontonamiento de público, todo está prolijito y en silencio… claro, si dan tres turnos por día, el resto se rascan el higo a gusto, miran TV, toman el café con leche con facturas, salen a fumar a la vereda… en fin, todas esas funciones tan específicas del empleado público argentino.
Aunque aún hay otra peor. Con todo el temor al rechazo, una se aproxima al mostrador y espera ser llamado por el turno, como esto no sucede me atrevo a preguntar con un hilo de voz: “-señor, ¿por qué no me llaman? ¿Tengo el turno de las 11.30?
Después de tragar la medialuna, levanta la cabeza y dice casi en un suspiro:
-Ahhh nooo, su turno fue desplazado para dentro de 30 días hábiles por razones de reestructuración. ¿No recibió el e-mail que le mandamos?
Y moja la siguiente medialuna en el humeante café.
El funcionario (¿funcionario?) responsable de este departamento, ¿sabrá cómo funciona? Tal vez deba hacerme otra pregunta más profunda: ¿sabrá que existe este sector? ¿Sabrá que es un servicio que brinda el Gobierno de la Ciudad? ¿Sabrá algo?
Y no crea que me quejo aquí y que no hice nada al respecto.
No, no, no. Lo hice. Busqué al responsable, al más alto nivel dentro del Gobierno de la Ciudad y le envié mi reclamo. Denuncié los hechos que aquí relato.
¿Usted recibió alguna respuesta?...
Intentaré hablarlo con Merlín la próxima medianoche que necesite un turno en la Oficina de Rubrica de Documentación Laboral de la Dirección General de Protección al Trabajo.

Estamos Fritos Argentinos!

Foto: Mago Merlín



1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo trabajo en la Dirección General de Protección del trabajo, pero no en el área de Rúbricas, y me parece una vergüenza que califiques a los empleados públicos de vagos diciendo que en Rúbrica se rascan el higo y tienen tres turnos por día, te comento que el tema de los turnos no lo decidimos nosotros, los laburantes, sino que lo decide gente de arriba, de la gestión de turno, que es la de Macri en este momento. Creo que tu descripción del empleado público coincide más con los altos funcionarios públicos, esos si se rascan el higo a cuatro manos y sus charlas tratan sobre como seguir cagando a los trabajadores como vienen haciendo hace tanto tiempo.

Saludos